Cuando un volumen logra conformar un cuerpo que permite un espacio dentro de él, y este vacío tiene la particularidad de estar construido de un material fluido con el cual ningún edificio pudiese ser erigido, estamos frente a un milagro.
La ola como conformadora (en su peak), de una "bóveda"; permite generar espacio. Espacio que el hombre ha aprovechado a través del acto lúdico del deporte.
El acto de surfear otorga una tercera alternativa a lo que la delgada linea del horizonte divide o escinde. Esta tercera alternativa subyace en el hecho de aprovechar un espacio intermedio. No arriba, ni abajo del mar; si no "entre el mar".
El poder espacializar tal ámbito translucido y de características geométricas topológicas (Donde lo de arriba es abajo y lo de abajo es arriba), de forma dinámica y siendo impulsado por las fuerzas gravitatorias que regulan el orden de nuestro "macro y micro cosmos"; es un momento sublime.
Sin lugar a dudas el poder surfear abre otras perspectivas del concepto de espacios. En este caso un verdadero espacio continuo.